Oda a un perro muerto
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Oda a un perro muerto
Seguro os habreis hecho eco de la noticia en la que se pensaba que habia una leona suelta vagando por los montes de Tarragona, posteriormente vieron que no era una leona sino un perro asilvestrado de gran tamaño....
Ha sido abatido, el animal se habia acercado a comer cadaveres de pollos de la basura de una granja avicola.
No ha tenido oportunidad
No ha sido capturado y llevado a un albergue
Simplemente
Se le ha asesinado a tiros
Su pecado: haber sido abandonado y ser grande
ADIÓS, SCOOBY-DOO
No podía haber sido de otra manera. Nuestros agentes rurales, esas lumbreras que suelen extraviarse cuando van a rescatar, dicen, a algún animal maltratado, se han cargado a Scooby-Doo. Al fin y al cabo, no era una leona no, pero casi, porque pertenecía a la peligrosa raza Gran Danés. Si te conocen o les caes bien, estas fieras te dejan perdido a lametones, te tiran de espaldas con sus abrazos y estresan a los niños de puro rodar con ellos por el suelo. En este caso, el perro-leona, al que los mismos rurales, según el periódico 20 MINUTOS, llamaron Scooby-Doo por su parecido al personaje animado, había actuado de forma alarmante. Al ser visto por algunos paseantes, pasó de largo lo más lejos posible, sin saludarlos. Y luego, al aproximarse a una granja llena de animales vivos, optó por sacar dos pollos muertos del container y comérselos, toda una falta de respeto a los fallecidos. Un salvaje el animal, o “asalvajado”, como lo calificaron los pistoleros del uniforme lechuga. Y es que, aunque el adjetivo correcto es “asilvestrado”, pues en Catalunya no tenemos selva, el primero mola más, que suena a perro malo, muy malo, merecedor de lo que se le venía encima.
De hecho, nuestras áreas forestales están llenas de scooby-doos, lassies, y hasta de doráimons y silvestres, temibles bandoleros que un día tuvieron un hogar y que de vez en cuando se abalanzan contra la ristra de chorizos de algún excursionista y la secuestran. Suelen hacerlo para no morir de hambre, los muy sinvergüenzas, porque de hambre o de soledad es de lo que acaban muriendo casi todos. Excepto los pocos que tienen la oportunidad de ser rescatados; a esos ahora los muelen a tiros. Y es que los dardos anestésicos iban a tardar demasiado en hacer efecto y, como admitió el portavoz de los agentes rurales sin que se le cayera el morro, se nos venía encima el puente del Pilar. O sea, despacha al bicho, Manel, que si no, nos quedamos sin vacaciones.
Cristina Pérez Capdet,
Asociació Animalista LIBERA
La histeria colectiva está perfectamente definida en los estudios de sociología y, como aseguraba Arthur Schopenhauer, no tiende a decrecer en el devenir de la humanidad, sino muy al contrario. En esta era de comunicación global, las histerias viajan por las autopistas de la información a la misma velocidad que lo hacen los miedos atávicos, y no hay razonamiento que las frene. También es de este gran filósofo alemán –cumbre del idealismo pesimista– una triste frase que nos define perfectamente: "El hombre ha hecho de la Tierra un infierno para los animales". Si Schopenhauer, pues, hubiera deambulado estos días por La Sènia –y perdonen la osada ucronía–, probablemente habría aunado ambos pensamientos, porque resulta claro que La Sènia ha vivido una esperpéntica histeria colectiva, y resulta claro, también, que ha sido un infierno para un pobre animal. Lo que ha ocurrido con el dogo abandonado, que intentaba sobrevivir con cadáveres de pollo tirados en una granja, y que después de una brutal cacería ha sido abatido, merecería una medalla al mérito de la imbecilidad. Y, por supuesto, un plus meritorio a la crueldad. El conseller Baltasar debe de sentirse orgulloso de haber tirado 100.000 euros, con profusión de helicópteros y un dispositivo de decenas de personas, para conseguir matar a un pobre animal indefenso, en mal estado y cuyo único delito –a falta de ningún indicio de agresión, no olvidemos que los dogos son muy pacíficos– era intentar sobrevivir después de sufrir abandono. Un hito en su carrera política. Suerte que dirige Medi Ambient, porque dirige un ministerio y envía al ejército. Ahora todo son silencios, como el sonoro silencio que nos han dado en Els matins de Cuní, cuando hemos pedido explicaciones, y hemos recibido un buen portazo. Cosa que me resulta comprensible, porque ¿cómo puede explicar Francesc Baltasar que tire miles de euros de dinero público, se apunte a una histeria colectiva basada en simples rumores y, en lugar de recoger a un pobre animal abandonado, y ofrecerle una segunda oportunidad, decida simplemente matarlo? ¿Podían disparar un dardo para dormirlo? Sí, podían, como podían haber entregado el animal a las protectoras, que lo habrían curado, lo habrían alimentado y, quizás, lo habrían hecho algo feliz. Pero este país, a veces, se esfuerza por ser triste, feo, salvaje y notoriamente incompetente. Así que, aplausos, Baltasar, has conseguido conquistar Perejil con la Armada Invencible.
Permitan un apunte final para el pobre perro. No me imagino lo que habrá sufrido en sus últimas semanas de vida. Un brutal abandono, el desconcierto, el hambre, la sed, el lento deterioro del cuerpo, una cacería con decenas de personas, el miedo brutal y, finalmente, la muerte gratuita. Así, sin más, castigado por el único delito de haber nacido perro en un mundo de cafres.
Pilar Rahola
Periodista catalana
Articulo de opinion publicado en La Vanguardia el 10/10/2009
Ha sido abatido, el animal se habia acercado a comer cadaveres de pollos de la basura de una granja avicola.
No ha tenido oportunidad
No ha sido capturado y llevado a un albergue
Simplemente
Se le ha asesinado a tiros
Su pecado: haber sido abandonado y ser grande
ADIÓS, SCOOBY-DOO
No podía haber sido de otra manera. Nuestros agentes rurales, esas lumbreras que suelen extraviarse cuando van a rescatar, dicen, a algún animal maltratado, se han cargado a Scooby-Doo. Al fin y al cabo, no era una leona no, pero casi, porque pertenecía a la peligrosa raza Gran Danés. Si te conocen o les caes bien, estas fieras te dejan perdido a lametones, te tiran de espaldas con sus abrazos y estresan a los niños de puro rodar con ellos por el suelo. En este caso, el perro-leona, al que los mismos rurales, según el periódico 20 MINUTOS, llamaron Scooby-Doo por su parecido al personaje animado, había actuado de forma alarmante. Al ser visto por algunos paseantes, pasó de largo lo más lejos posible, sin saludarlos. Y luego, al aproximarse a una granja llena de animales vivos, optó por sacar dos pollos muertos del container y comérselos, toda una falta de respeto a los fallecidos. Un salvaje el animal, o “asalvajado”, como lo calificaron los pistoleros del uniforme lechuga. Y es que, aunque el adjetivo correcto es “asilvestrado”, pues en Catalunya no tenemos selva, el primero mola más, que suena a perro malo, muy malo, merecedor de lo que se le venía encima.
De hecho, nuestras áreas forestales están llenas de scooby-doos, lassies, y hasta de doráimons y silvestres, temibles bandoleros que un día tuvieron un hogar y que de vez en cuando se abalanzan contra la ristra de chorizos de algún excursionista y la secuestran. Suelen hacerlo para no morir de hambre, los muy sinvergüenzas, porque de hambre o de soledad es de lo que acaban muriendo casi todos. Excepto los pocos que tienen la oportunidad de ser rescatados; a esos ahora los muelen a tiros. Y es que los dardos anestésicos iban a tardar demasiado en hacer efecto y, como admitió el portavoz de los agentes rurales sin que se le cayera el morro, se nos venía encima el puente del Pilar. O sea, despacha al bicho, Manel, que si no, nos quedamos sin vacaciones.
Cristina Pérez Capdet,
Asociació Animalista LIBERA
La histeria colectiva está perfectamente definida en los estudios de sociología y, como aseguraba Arthur Schopenhauer, no tiende a decrecer en el devenir de la humanidad, sino muy al contrario. En esta era de comunicación global, las histerias viajan por las autopistas de la información a la misma velocidad que lo hacen los miedos atávicos, y no hay razonamiento que las frene. También es de este gran filósofo alemán –cumbre del idealismo pesimista– una triste frase que nos define perfectamente: "El hombre ha hecho de la Tierra un infierno para los animales". Si Schopenhauer, pues, hubiera deambulado estos días por La Sènia –y perdonen la osada ucronía–, probablemente habría aunado ambos pensamientos, porque resulta claro que La Sènia ha vivido una esperpéntica histeria colectiva, y resulta claro, también, que ha sido un infierno para un pobre animal. Lo que ha ocurrido con el dogo abandonado, que intentaba sobrevivir con cadáveres de pollo tirados en una granja, y que después de una brutal cacería ha sido abatido, merecería una medalla al mérito de la imbecilidad. Y, por supuesto, un plus meritorio a la crueldad. El conseller Baltasar debe de sentirse orgulloso de haber tirado 100.000 euros, con profusión de helicópteros y un dispositivo de decenas de personas, para conseguir matar a un pobre animal indefenso, en mal estado y cuyo único delito –a falta de ningún indicio de agresión, no olvidemos que los dogos son muy pacíficos– era intentar sobrevivir después de sufrir abandono. Un hito en su carrera política. Suerte que dirige Medi Ambient, porque dirige un ministerio y envía al ejército. Ahora todo son silencios, como el sonoro silencio que nos han dado en Els matins de Cuní, cuando hemos pedido explicaciones, y hemos recibido un buen portazo. Cosa que me resulta comprensible, porque ¿cómo puede explicar Francesc Baltasar que tire miles de euros de dinero público, se apunte a una histeria colectiva basada en simples rumores y, en lugar de recoger a un pobre animal abandonado, y ofrecerle una segunda oportunidad, decida simplemente matarlo? ¿Podían disparar un dardo para dormirlo? Sí, podían, como podían haber entregado el animal a las protectoras, que lo habrían curado, lo habrían alimentado y, quizás, lo habrían hecho algo feliz. Pero este país, a veces, se esfuerza por ser triste, feo, salvaje y notoriamente incompetente. Así que, aplausos, Baltasar, has conseguido conquistar Perejil con la Armada Invencible.
Permitan un apunte final para el pobre perro. No me imagino lo que habrá sufrido en sus últimas semanas de vida. Un brutal abandono, el desconcierto, el hambre, la sed, el lento deterioro del cuerpo, una cacería con decenas de personas, el miedo brutal y, finalmente, la muerte gratuita. Así, sin más, castigado por el único delito de haber nacido perro en un mundo de cafres.
Pilar Rahola
Periodista catalana
Articulo de opinion publicado en La Vanguardia el 10/10/2009
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Registrado : 29/09/2009
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