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Eva postmoderna (ensayo)

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Mensaje  Erika Dom Mar 07, 2010 5:59 pm

Eva postmoderna

Mucho se ha escrito sobre la mujer. En todos los países y en todos los idiomas, personas de quehacer multidisciplinario han plasmado sus ideas, opiniones y pensamientos acerca de los problemas, logros, defectos y características generales del sexo femenino.

¡Cuánta tinta ha corrido para tener que reconocer hoy que el tema es inagotable como inagotable es la fuente de inspiración, la mujer!

Eva, nombre primigenio asignado a la mujer en el relato bíblico. Desde entonces, por asociación, todas las mujeres somos Eva, la madre, la esposa, la administradora del hogar, la alegría de muchos hombres y la desesperación de otros tantos.

La vida de la mujer ha tomado formas diferentes a través de siglos de desarrollo, involución y, otra vez, evolución. Pero, al conjugarse en tiempo y en espacio la Eva con el siglo 21, es válido hacerse una pregunta sobre la identidad femenina, frase incomprendida, alabada, vapuleada por detractores, exagerada por feministas.

¿A qué se enfrenta la mujer, cómo define su identidad, en esta época, llamada por analistas, académicos, filósofos y sociólogos, entre otros, de la postmodernidad?

Para llegar al núcleo de este análisis y responder esta pregunta, cierro los ojos y divago por lugares, momentos y mujeres, obviamente, siempre mujeres.

La historia nos describe no a una sola Eva, sino a muchas y muy variadas; todas diferentes, si bien con un denominador común: la necesidad de afirmar su identidad, su “quien soy” en este mundo donde los diversos grupos culturales han dado, generalmente, a los hombres la batuta no sólo de los destinos de clanes, tribus, reinos y naciones, sino del de las personas, sobre todo de la mujer como individuo.

Las imágenes rescatadas de las cavernas, curiosamente por arqueólogos en su mayoría, nos presentan a una mujer subyugada, arrastrada por las greñas, nada peinadas, por cierto. Hombres con garrote, proveyendo sustento mientras la mujer queda en la casa cueva, casi viviendo como Batman, en la sombra.

Los anales de la historia marcan el largo camino de la mujer hacia la afirmación de su lugar en el mundo. Desde haber sido señalada como la autora del pecado original, por supuesto se describe cómo el hombre evadió su responsabilidad, conducta repetida innumerables veces desde entonces; hasta una revolución femenina radical, positiva en muchos sentidos, contraproducente en otros. Sí, la vida no ha sido fácil para Eva.

En la antigüedad, la mujer era menos que un ser de segunda categoría; por ejemplo, en Babilonia se le castigaba incluso por una sospecha de adulterio. No era mejor en Egipto, donde las leyes prohibían a la mujer salir de su casa sin la autorización de su esposo.

Es irónico que hoy, hombres y mujeres ensalcemos los clásicos de la literatura griega cuando en por lo menos uno de ellos, específicamente la Ilíada, de Homero, se describen competencias en los que los premios eran ¡mujeres!, inclusive como premio de consolación para los vencidos. ¡Pobre Eva!

Y así, se revelan las huellas dejadas por siglos de discriminación, denigración e ignorancia. Porque no puede llamarse de otro modo a la opinión del famoso Platón que llegó a decir que si alguien en su vida terrena hubiera vivido una vida mala, su suerte en la reencarnación sería convertirse en mujer. Como diría una caricatura, sin comentarios…

En la Roma antigua, la mujer, aun cuando poseía algunos derechos, era tratada como un menor de edad, sujeta a la voluntad del padre y el marido. El judaísmo, por otro lado, marginaba a la mujer, aunque es justo reconocer que registraba algunos derechos a las féminas, sobre todo en cuestión de herencias y propiedades.

Si se piensa que Europa, la culta, era más esclarecida en sus ideas sobre la mujer, el gran Napoleón nos desengaña, pues consideraba que la mujer era propiedad del hombre.

Ya en épocas modernas, la mujer fue poco a poco dejando clara su decisión de demostrar su valía y sus derechos. La modernidad, etapa que los historiadores demarcan a partir de tres grandes acontecimientos: el Renacimiento, la Reforma Protestante y el Descubrimiento de América, trajo cambios significativos que incidieron en la humanidad, en las relaciones interpersonales y entre la gente y el mundo. Fue tiempo de ideales, del nacimiento de un humanismo que centralizó las cosas en el ser humano más que en su entorno. ¿Y la mujer?

La mujer en la era moderna se unió a la proclamación de la libertad, igualdad y fraternidad de la revolución francesa para reclamar su libertad. En el siglo 19 surge el feminismo como un movimiento social. Cuando en los Estados Unidos, se inició la lucha antiesclavista, las mujeres comenzaron a levantar sus voces para reclamar sus derechos, así como se reclamaba la liberación de los esclavos. El movimiento sufragista, en diferentes partes del orbe ofreció tanto ideas como esperanzas de una verdadera igualdad entre los sexos.

Luego, en los años veinte, se da lo que algunos consideran un período de transición entre dos tipos de feminismo que dio como resultado la Revolución Femenina, liderada por mujeres como Betty Friedan, en 1963. Mujeres, y hombres sensibles, denunciaron la forma injusta en que había sido tratado el sexo femenino y comenzaron a despertarse conciencias por largo tiempo sometidas a un letargo social y humano.

Eva comenzó a obtener pequeñas y grandes victorias. Ya no fue extraño que, en la mayoría de las sociedades occidentales, la mujer lograra su derecho al voto, a expresar sus ideas; los trabajos que por siglos fueron considerados terreno exclusivo de los hombres fueron desempeñados, igual o mejor, por mujeres que de débiles no tenían nada. En el área de las ciencias, de lo social, de lo económico y en todos los campos, la mujer se ha destacado porque, obviamente, es capaz, valiosa y talentosa.

Al contrario de lo que sucede con la Modernidad que es posible demarcar su origen y separarla de la Edad Media, con la Postmodernidad es un poco más complicado. No existe un evento único en la historia para determinarlo, pero sí se puede señalar elementos que la definen.
Se dice que la Postmodernidad, cuyas primeras huellas se remontan tal vez a unos cincuenta años, se caracteriza por la pérdida de los valores absolutos, por un humanismo hedonista individualista. Como escribió Gilles Lipovetsky, cambio de rumbo histórico de los objetivos y modalidades de la socialización, la sociedad postmoderna es aquella en que reina la influencia de masa.

¿A qué se enfrenta, entonces, la Eva, no la primitiva o la moderna, inmortalizada por pintores, escultores o escritores, sino la Eva actual, la postmoderna?

Eva se enfrenta a un mundo donde existe una moralidad y éticas fluctuantes, producto de las filosofías humanistas en boga. Es innegable el aumento de problemas emocionales y psicológicos, tales como la depresión, la ansiedad y los trastornos alimentarios. Se observa un preocupante incremento en la pornografía accesible a niños y jóvenes.

La postmodernidad patentiza un interés cada vez más acentuado en las novedades de tipo espiritual, especialmente por los fenómenos paranormales. Y, paradójicamente, en medio de campañas caritativas y pro-humanas, hay un desinterés de la gente hacia la gente por causa del acrecentamiento del materialismo. Se están dando pasos hacia la concretización de movimientos políticos, sociales y económicos que tienden a la globalización y el establecimiento de un nuevo orden mundial. Como se están derrumbando o diluyendo los valores que le dieron sustento a la vida, se nota un deterioro cada vez más patente de las relaciones familiares y un aumento en la violencia intrafamiliar.

Otra de las contradicciones de la postmodernidad es que a pesar de la influencia cada vez más preponderante de los medios de comunicación y de la informática (Internet) en la conducta y pensamiento humano; de ser llamada la época de mayor información jamás vista, es también el tiempo de menor comunicación entre personas, entre familias, entre parejas y, tal vez, con uno mismo.

Eva se enfrenta a ella misma. No es poca la razón que han tenido las personas que acuñan la idea de que el mayor enemigo de toda persona es el que se lleva adentro. En su lucha por adquirir sus derechos, por confirmar ante los hombres su valor, Eva se ha perdido en el camino más de una vez.

Durante la parte más radical del movimiento feminista, la mujer se dedicó a hacer cosas: labores, tareas, estudios, adicciones (incluso) para demostrar algo al hombre. Craso error. La mujer debe ser mujer, satisfecha de sus habilidades, capacidades y características por y para ella, no para los hombres; porque si no, termina siendo esclava del mismo yugo del que pretende haberse librado, a saber, la opinión masculina.

Otro de los yerros de Eva ha sido levantarse contra Eva. ¿A qué me refiero? Me refiero a la tendencia, por supuesto no exclusivamente femenina, a condenar, denunciar y menospreciar a las mujeres que no piensan como uno lo hace. No pocas feministas extremas critican a las amas de casa, contentas de ser madres y esposas. Estas últimas aparecen también señalando de forma negativa a las feministas, tildándolas de ¡poco femeninas!, de mujeres frustradas. Y, así como los blancos juzgan a los negros, los negros a los amarillos, los amarillos a los rojos y los rojos a los blancos, para cerrar el círculo, la mujer ha incurrido en la equivocación del desequilibrio, de la intolerancia.

La identidad femenina se ve confrontada, entonces, por qué la define, qué factores la influyen, hasta qué punto es Eva consciente de su propia responsabilidad de establecer su identidad única, individual, interdependiente, mas no dependiente ni co-dependiente.

Eva debe aceptarse a sí misma, tal como es: frágil, fuerte, susceptible a las relaciones interpersonales; amante de la seguridad y la estabilidad; tendiente a la fluctuación emocional, en parte condicionada por su fluctuación hormonal. Inteligente, igual y diferente al hombre, al Adán de siempre. Debe aprender a establecer su autoestima por los valores internos de su propia personalidad y no fundamentarla sobre lo externo, lo oscilante.

Eva debe renunciar a considerar que su valor reside en lo bien que se vea, en lo túrgido y delgado de su cuerpo. Debe comprender que las dietas no determinan su lugar en la sociedad y que si le gusta lo gris, no está obligada a decir, morado está bien.

Uno de los recursos que tiene Eva para contrarrestar los efectos negativos de la postmodernidad, que inevitablemente influyen en ella, es el autoconocimiento. Es menester que la mujer como ente individual conozca sus virtudes, sus defectos, su esencia femenina y los haga funcionar a su favor. Por ejemplo, si tiene tendencia a la depresión como mecanismo para enfrentar las crisis o situaciones difíciles, saberlo le ayudará a manejarlo, a no ser víctima pasiva de sus emociones.

Es indubitable que la mujer ha ido avanzando poco a poco en su transitar hacia la definición de sí misma, de su rol en la sociedad, de su importancia en el mundo. La mujer debe aprovechar las bondades, que no todo es negativo, de la postmodernidad; tales como la oportunidad de expresar sus ideas; de hacer uso de los medios de comunicación, de escribir a los cuatro vientos la esencia de su ser; de manejar con sabiduría la tentación del hedonismo materialista; de recurrir a la miríada de información que sobre cualquier tema se encuentra a su disposición.

Eva postmoderna puede ser mejor cada día, ser asertiva, segura de su feminidad, sin que su feminidad la decidan otros. Puede luchar contra la falta de comunicación en un mundo inmensamente informado; puede decidirse a hacer la diferencia en la comunidad de este globo que le ha tocado habitar. ¿Cómo se hace la diferencia? Siendo ella misma, sin cortapisas, aprendiendo de su pasado, definiendo su presente y preparando su futuro.

El hecho de saber quién se es ayuda a definir a dónde dirigirse. No es un camino fácil para Eva, pero ¿cuándo lo ha sido?


Última edición por Erika el Lun Nov 08, 2010 6:36 am, editado 1 vez
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Mensaje  liliana b Dom Mar 07, 2010 9:10 pm

QUé completo Erika!!! me gustó el final: Cuándo algo resultó facil para las mujeres?,
pero qué lindo es ser mujer!!!. Te felicito, qué lindo escribes.
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Mensaje  Sandra Lun Mar 08, 2010 2:25 pm

Me encantó Eri. Coincido con vos las cosas nunca han sido fáciles pero no sólo para nosotras sino tampoco para nuestros compañeros de ruta, que han tenido que adaptarse a nuestros nuevos roles en la sociedad.
Es cierto que si tenemos bien en claro cuáles son nuestros objetivos y quiénes somos, entonces es más díficil alejarse del camino por el que queremos transitar hacia el futuro.
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Mensaje  canicheadicta Miér Mar 24, 2010 1:08 am


guauuuuuuuuuuu Erika

Me encantó tu escrito!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Siempre he pensado que los hombres a lo largo de la historia nos han querido subyugar porque instintivamente nos temen


Eva se quedaba en la caverna, desgreñada, cuidando los bebes pelones, dando teta mientras suavizaba pellejos con los dientes, recogiendo grano y raices para alimentar a los demas miembros cuando Adan volvía con las manos vacias de su peligrosa cacería

Eva cuidaba del fuego mientras Adan bailaba sus exitos

Eva cuidadora
Eva previsora
Eva amante
Eva cálida
Eva sensible
Eva fuerte como una roca
Eva humilde
Eva antepone las necesidades de los demás a las suyas propias


Siempre Eva

y sin Eva

Adan no sería absolutamente nada

Eva si quiere puede unirse a otras Evas y cazar mamuts tan grandes como los que él caza...ahora empieza a darse cuenta

Adan teme a Eva, por eso le cuesta dejar que Eva piense que en realidad no le necesita tanto como él se cree

Eva se mira en el agua del charco y se ve y entonces comienza a peinarse
canicheadicta
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Mensaje  Erika Miér Mar 24, 2010 1:29 am

Fabuloso,Maitane..así mismo es yagoo
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